Las Misioneras Hijas del Calvario asumieron la tarea de cuidar y acompañar a los ancianos de esta Residencia desde su comienzo en 1936. Este año, 2014, dos de las religiosas de esta comunidad están celebrando sus bodas de oro como religiosas. Es un motivo de alegría para ellas, para su congregación y para nosotros el poder compartirlo. La Hna. Rosa y la Hna. Pilar, con muchos años de trabajo asistencial y pastoral a menudo en condiciones muy duras –guerras, situaciones políticas adversas, carencia de luz o agua,…- cerca casi siempre de niños y jóvenes, comparten ahora su vida aquí, en Colmenar, en la Residencia Ntra. Sra. de la Soledad y del Carmen, con los mayores, sus familias y todos los que formamos parte de esta casa.
La Hna. Rosa, que tuvo una etapa inicial en Colmenar Viejo allá por los años 70 y luego un recorrido asistencial en hospitales como La Paz o el 12 de octubre, ha estado veintiocho años en su querido Mozambique, su gran amor, donde su dedicación a los niños huérfanos en la misión ha ocupado y ocupa el lugar más especial en su corazón. Desde 2009, su comunidad y su servicio están aquí, donde ahora dedica su tiempo entre la capilla de la Residencia, el acompañamiento pastoral y humano a los residentes y su tarea como catequista en la Parroquia de la Asunción de Ntra. Sra.
La Hna. Pilar ha estado también unida a África, en este caso a Zimbabwe, donde se formó como enfermera y matrona, tareas a las que se dedicó durante muchos años, trabajando en un hospital, una clínica o un dispensario en diferentes misiones. Después de unos años trabajando al servicio de la congregación en Zimbabwe y más recientemente en las diferentes comunidades que conforman la provincia religiosa de España, se ha incorporado este año a la Residencia, dedicándose al acompañamiento pastoral y a las tareas propias de la Recepción.
Ambas nos ofrecen ahora un retazo de su vida y de su agradecimiento por estos cincuenta años de vida consagrada.
Soy Mª Pilar Cacho Ruiz, natural de Ágreda (Soria). Pertenezco a las Misioneras Hijas del Calvario.
Hace 50 años que entré en la Congregación, he estado 40 años en África (Zimbawe) y los últimos 6 años en Madrid, coordinando nuestras Comunidades de la Provincia de España que tenemos en Brasil, Colombia, Mozambique y en Jerusalén, aunque esta Comunidad depende del Consejo General. En Zimbawe hay muchas Comunidades y todas ellas forman ya una Provincia.
Este año he hecho las Bodas de Oro de mi entrada en la Comunidad. El día 19 de julio, en Burgos, en una Eucaristía de Acción de Gracias junto con mis otras tres compañeras de grupo celebramos nuestras Bodas de Oro.
Doy gracias a Dios y a todas las personas que han contribuido a que hoy sea la persona que soy. Feliz y contenta de haber tenido tantas experiencias buenas en mi vida y otras no tan buenas, pero con la gracia de Dios siempre me he sentido feliz.
Ahora he sido destinada a una residencia de mayores en Colmenar Viejo y tengo muchísima ilusión de dar lo mejor de mí en esta nueva etapa de mi vida siempre confiando en el Señor que va delante de mi.
Doy gracias al Señor y a María por este regalo que me dieron.
Gracias Padre, Gracias Madre.
Gracias a mis seres tan queridos que Dios me dio, a mis padres, mis hermanos, mi familia.
Gracias Señor por mi Instituto de Misioneras Hijas del Calvario, por todas mis hermanas religiosas.
Gracias Señor por mis 28 años vividos en Mozambique, unos hijos predilectos con los que he vivido los años más felices de mi vida, los pobres, los más pequeños a los ojos del mundo, pero los más queridos por ti, Señor.
Gracias a la Dirección y al personal de esta nuestra querida Residencia Ntra. Sra. de la Soledad y del Carmen.
Gracias también a nuestra Parroquia Basílica Asunción de Ntra. Señora, a los padres y a todos los cristianos, con los que nos une nuestra Fe, Cristo y su Madre y nuestra María.
Gracias a tantas personas que el Señor ha puesto en mi camino y que están dentro de mi corazón.
Madre Dolorosa, Rogad por nosotros
Hermana Mª Rosa Hernando Arnáiz, Misionera Hija del Calvario
Rescatamos aquí dos sonetos que hace algunos años dedicó a las Misioneras Hijas del Calvario Ángel Ferrero, maestro y poeta, al que agradecemos nos permita de nuevo compartirlos; con estos versos, nos unimos a la alegría por este aniversario y al agradecimiento por su presencia en Colmenar.
I.
Aunque se llaman Hijas del Calvario
no reparten dolor a cruces llenas
que ellas saben muy bien guardar sus penas
en íntimo y piadoso relicario.
Ellas tienen su pobre diccionario
con dos simples palabras, pero plenas,
eslabones de místicas cadenas
haciendo de la Cruz su santuario.
Con mayúscula DIOS, es la primera,
cuatro letras no más y sin acento
como grito de urgencia de alma humana.
El PRÓJIMO, después; ¡qué primavera
de matices de gracias en el viento
como un suave repique de campana!
II.
Dos palabras no más, como dos manos
donde tiene su nido la ternura;
manos sencillas de monjil hechura
con pétalos de amores franciscanos.
Manos que tocan invisibles pianos
donde está el manantial de la dulzura,
manos que muestran con gentil finura
un racimo de niños y de ancianos.
Dos palabras no más, más que riqueza;
amor y caridad, sumos valores
que subliman lo pobre y lo ordinario.
Hoy mi verso quisiera, en su simpleza,
un ramo ser de perfumadas flores
para vosotras, HIJAS DEL CALVARIO.
Ángel Ferrero